El canal

Justo a las once y media, la programación del canal se da por muerta. A Miguel no le gusta el bloque de videos de antes de la media noche. Es cuando la soledad da un golpe de frente y entiende que el día fue una gran X. Que no fue suficiente, algo faltó. Que todo es una cosa irrelevante que se repite cíclicamente con materiales de relleno para aparentar vida.
La cama vacia, con un solo cuerpo (el suyo) donde debería haber dos. Cuando se tiene que dormir, no por cansancio sino por mandato del horario. Es decir, le sobró vida que de todos modos se perderá. Casi siempre sobra la mayor parte de la dosis. De lo bueno que haya pasado, por bueno que haya sido, terminó y tuvo que volver a casa para despertar temprano.
Piensa en ella. En cada uno de los días que han pasado desde que ya no esta. Se siente como un pinchi raterillo que piensa que un día dará el gran golpe. El que justifique tanto frio, tantas meadas en la cara y noches perdidas. ¿Pero, si el gran golpe no llega? Entonces su vida será como uno de esos videos. La ridícula caricatura de un sentimiento o la festiva alegría de a huevo.
Los últimos treinta minutos que nadie quiere vivir pero que se tiene que tragar aunque este lleno.