Otras de estas nochecitas no, por favor.
Todo sin sentido
ni siquiera sin exceso, solo sin sentido.
Al final, algo que ni siquiera es un mal sabor de boca
más bien un agudo dolor de estómago
ni quisiera ganas de repetir.
Esta vez hizo falta un ángel
que quizá estaba ocupado
sosteniendo a un zoquete del balcón.
A veces no se sabe que hacer
como anoche.