El soundtrack de la vida cotidiana está en los ruidos de la calle, la televisión de la secretaria o la superestación del taxista. No hay close ups ni paneos ni dollys.

Mi plan, para cuando me aceptaran en la maestría, era el siguiente:

a) Ir a Playas
b) Tomar café
c) Esperar el atardecer
c) De fondo, el ruido del mar mezclado con sonidos tipo Franz Ferdinand.

En lugar de eso, después de cortar la llamada con la que me daban el aviso oficial, volví a la junta de trabajo que habían interrumpido. Eso sí, deje de opinar y tomar notas porque no volvería a pisar esa escuela, al menos no como maestro. el ciclo había terminado. Terminé la jornada laboral y me fui a dormir a casa, lo comuniqué a mis padres y a algunos amigos, pero nada más.

Ahora pasó igual.

Todo resulto muy cotidiano. Nada se fue a negros, no hubo segundos de suspenso ni música en fade que evidenciara la tensión. Entre dos momentos intrascendentes la noticia emergió en cosa de microsegundos. Nos abrazamos, nos besamos y continuamos con el día. La diferencia es que la noticia más importante de nuestros días no acontece en silencio, sino mediante trazos y palabras.

Yahuitl viene en camino.