Apá, ya me tienen hasta la madre estos batos
Por Christian Zúñiga
Veo en la televisión las declaraciones de Juan Molinar Horcasitas ante legisladores mexicanos. Como buen político, elude una y otra vez los señalamientos que priistas y perredistas le hacen por su posible responsabilidad en la muerte de 49 niños en una guardería en Sonora.
Justamente ayer Felipe Calderón pedía, retaba, que le presentaran un solo caso en el que el ejército mexicano hubiese vulnerado los derechos humanos de cualquier persona. No aparecerán, el ejecutivo ha permitido que los delitos cometidos por militares no sean del fuero civil. Es decir, lo que los militares hacen, entre los militares se queda. Parecía chiste, casi al mismo tiempo la Suprema Corte de Justicia de la Nación rechazaba un amparo interpuesto por una mujer que buscaba que los militares que mataron a su esposo sean juzgados por un tribunal civil.
¿Cuál será el razonamiento de estos personajes: Calderón, Horcasitas, la generación que hoy está en el poder? Habrá una forma de sistematizar o analizar sus conductas. Al final, todos ellos nacieron en los tiempos en que el Partido Revolucionario Institucional gobernaba con poder absoluto.
En las cercanías de la elección de 1988 había quienes aspiraban a un cambio en la forma de gobernar en nuestro país. El fraude y la imposición de Salinas en la silla presidencial lo frustraron todo. Hoy sabemos que los principales opositores en juego transaron con el PRI: Cárdenas, Álvarez, Fernández de Cevallos y Castillo Peraza se reunieron con Salinas. Todos guardaron silencio, apenas en años reciente se hizo pública la información sobre estas reuniones y las condiciones impuestas. Sabemos las de los panistas, más no las de Cárdenas.
Las generaciones que hoy detentan el poder político en México son producto de estas negociaciones. Por eso levantamos la ceja cuando escuchamos a Bartlett hablar de democracia o transparencia, cuando vemos a Camacho Solís a lado de Andrés Manuel López Obrador, o a expriistas herederos del salinato ubicados en la administración pública, hoy como panistas.
¿Cuáles serán los valores de los políticos jóvenes que se preparan para asumir el poder en los próximos sexenios? ¿Cómo serán las generaciones que nos gobiernen en el futuro, las herederas del 2006? La historia parece enseñarnos que el día que México celebre una verdadera victoria de la democracia está lejos. Alguna esperanza tuvimos en el 97, pero los compromisos para los que ganaron la mayoría en el congreso eran grandes, por eso aprobaron el Fobaproa, por eso rechazaron la Ley Indígena, por eso permitieron Oaxaca y Atenco, el fraude del 2006. Por ahora, los que transaron en el 88 parecen fracasar. No se atrevieron, en el campo de sus facultades, a cambiar a México.
La mentada democracia no solo no se ha consolidado en nuestro país, sino que retrocede. Izquierdas y derechas han claudicado en sus valores, si existieron tales, ante la búsqueda del poder. Los políticos que detentan el poder hoy son cínicos, deshonestos, corruptos e ineficaces. No por nada regresa el PRI.
O más intrigante aún. ¿Cómo será el ciudadano de las próximas generaciones? Existen hoy generaciones que, con las decisiones políticas y económicas adoptadas durante los años noventa y el fracaso de la democracia liberal en esta década, se perdieron. Ya ni siquiera importa, a estas alturas de la vida, si México va al Mundial o no. Ya ni siquiera levanta la voz ante lo evidente, lo injusto o lo incorrecto. Al contrario, acalla la crítica, abraza el status quo. Ahora la esperanza está en los universitarios, los adolescentes y los niños. ¿Cómo ven ellos las cosas? ¿Cómo sienten este país? ¿Cómo presienten su futuro?