Principio de senilidad

Ayer, una palabra iba y venía de mi mente sin que la pudiese escribir o pronunciar, apenas vislumbraba el sentido de lo que quería decir, pero la palabra se resistía a ser nombrada. Pensé en sinapsis malogradas por golpes, drogas y alcohol. Cuando había renunciado a la palabra, escogiendo otra para expresar mis ideas, simplemente apareció. Carente ya de toda utilidad, la guardé en un cuaderno para no perderla de nuevo.