En Bosch y Vélez (2012) Tú yo coincidimos en la noche oscura, Nuestra Aparente Rendición, España
2008 fue el año que la violencia y el narcotráfico sacudieron a Tijuana. Más de 800 asesinatos y 90 muertes violentas fue el saldo reportado por la Secretaría de Seguridad Pública de la ciudad. El gatillero (o sicario, como les dicen acá) Teodoro García Simental, El Teo, rompió con el Cártel de los Arellano Félix y la ciudad fue escenario de violentos enfrentamientos entre los grupos rivales. En que cadáveres aparecían colgados de los puentes, desmembrados o disueltos en tambos de plástico, en que se realizaron ejecuciones en bares y discotecas, en cualquier parte de la ciudad. Al año siguiente, arrestarían a Santiago Meza López, El Chago o El Pozolero, que disolvió a más de 300 víctimas del Teo. Fue el año en que dejaron abandonados 12 cuerpos afuera de una escuela primaria; en que los habitantes de Tijuana se horrorizaron ante eventos como la balacera de La Cúpula, un enfrentamiento entre delincuentes y policías que duró cerca de tres horas y que fuera intensamente difundido por medios locales y nacionales. Entre las imágenes que se mostraron, las más impactantes fueron las del desalojo de niños de un kínder cercano al sitio del enfrentamiento y las reacciones de histeria y pánico de los padres. Ese 2008 dos grupos rivales, del Teo y el CAF, atravesaron la ciudad de lado a lado, enfrentándose a balazos y dejando un saldo de 23 muertos. Ese mismo año, en diciembre, El Teo ordenaría una masacre en la que murieron 37 personas, solo para vengar la muerte de su novia en un enfrentamiento.
Entre todas esas muertes, la prensa apenas dio cuenta de la de Francisco Javier Salas Bojórquez, voceador del periódico El Mexicano, asesinado a balazos el viernes 10 de octubre del 2008 en Tijuana. El homicidio ocurrió en la colonia Pórticos de San Antonio, en un asentamiento urbano conocido como Santa Fe, en la delegación San Antonio de los Buenos, al sur de la ciudad.
Francisco, de 40 años, se disponía a comenzar su jornada de trabajo cuando fue atacado. Los diferentes testimonios recabados por la prensa señalan que Francisco había acudido a comprarse una taza de café antes de iniciar su jornada como repartidor del periódico local El Mexicano. En el ataque fueron lesionadas otras dos personas: Víctor Hugo Ortiz Hernández de 19 años, y Lizbeth Arellano Miranda, de 29, cajera del establecimiento, quien recibiera una herida en el pecho.
Uno de los sobrevivientes, que había acudido a la tienda a comprar un litro de leche, narró que alcanzó a ver a dos sujetos bajarse de una camioneta y atacar a Francisco cuando cruzaba el dintel de la puerta. Se tiró al suelo desde donde también vio caer a la cajera, que recibió un tiro por la espalda.
Las primeras versiones señalaron Francisco fue asesinado por ser testigo de amenazas a una cajera del minimercado, que a su vez había presenciado el asesinato de Marco Antonio Hernández Pastrana, de 21 o 23 años de edad, asesinado en el mismo sitio cuatro horas antes de la muerte de Francisco.
Pero esta versión no ha sido confirmada.
Luego del homicidio, el grupo abandonó un Chevrolet Astro con placas de California en el que se encontró equipo de asalto y cuatro rifles AR-15, calibre 223. Posteriormente, en noviembre del mismo año se arrestó a Víctor Manuel Castro Gutiérrez, integrante del Cártel Arellano Félix, quien había participado en al menos cuatro ejecuciones y cuyo rifle, un AR-15 calibre 223, fue relacionado con el asesinato de Francisco. En sus declaraciones, el asesino declaró que la muerte de Francisco fue circunstancial pues el objetivo del tiroteo era otra persona. “Un jale”, dijo secamente el sicario.