A Rafa lo conocí por Claudia
Morfín, la vocalista de Nona Delichas, que fue mi maestra de teatro en la
Lázaro. La iaia nos llevaba a la biblioteca Benito Juárez a sacarle copia a los
textos de Ejival, que en aquel tiempo se publicaban en un periódico del que no
recuerdo su nombre, en un suplemento cultural editado por Alma Delia Martínez.
Poco después, en el tianguis cultural que Ricardo Alarcón organizó, en la torre
Agua Caliente, alguien me regaló un Velocet. Después le puse rostro al nombre en un concierto que organizó con Noé Carrillo en la Casa de la Cultura. Tocaban, entre otros Misterios Violeta y Huey Tlatoani. A Rafa lo conocí en persona cuando
llegaba a las oficinas de Bitácora, donde yo era el subdirector editorial (capturista, repartidor y reportero). Pasaba a dejar religiosamente su Guía
Pop. Además era muy tramposo. Había una regla de extensión, una o dos
cuartillas. Él llevaba solo una hoja, en la tipografía más pequeña posible.
Como Rafa era un rockstar, yo pensaba que era un mamón y no le hablaba. Además,
me impresionaba recibir los textos del escritor increíble. Yo apenas dejaba de
ser adolescente. No le hablé hasta que lo traté por Paty Blake, en los inicios
del Tijuana Bloguita Front, aquello que volvió tremendamente pública la vida
nocturna de una generación. Después tomé un par de talleres con él y aceptó
cuanta invitación le hice para presentar sus libros o hablar con mis
estudiantes o para entrevistarlo. Varias veces nos sentamos a tomar café o fue
a mi casa simplemente a platicar, de la nada, por una simple invitación. Así
como yo, muchas personas tienen una historia personal con Rafa. No hacía falta
ser su íntimo. Aunque estaba muy claro en sus apegos, tenía una generosidad
como pocos para compartir. Rafa era curada, buena onda, abierto. Podía, con
toda tranquilidad, sentarse a platicar contigo o irse a un café para platicar
por horas y dialogar, escuchar, opinar, criticar, ponerse por encima de los
odios de temporada y no deslindarse de sus amigos. Por eso abundan las
historias, porque durante treinta años se dedicó a construir redes y vínculos.
Hay mucho que decir sobre la
importancia del trabajo creativo de Rafa, pero no cabe en unos cuantos
párrafos. Habría que hacer un recuento de todo lo que fue publicado en
fanzines, en periódicos, en revistas de todo el orbe, en sus libros, en sus
blogs. Habría que meterse a sus archivos a rescatar lo que no ha sido
publicado. Pero también habría que hacer el recuento de lo que fue su trayecto
como promotor, una palabra engañosa, que simplifica una labor de gran
complejidad. Desde los ochenta, Rafa fue organizador de eventos, editor y,
sobre todo, articulador y cómplice de diferentes acciones y movimientos
culturales. ¿Cuántos y cuáles? Solo él lo sabe. Rafa forma parte de varias
generaciones, clicas y movimientos, su actividad se remonta a los ochenta.
Compañero de varios que han salido y entrado al escenario varias veces, o que
nunca volvieron, consejero y aliento de proyectos colectivos e individuales de
distintos calibres. Amigo de otros que se han adelantado en el camino, que
abandonaron la escena pública o se fueron de la ciudad. Por eso es complicado
pensar hasta donde llega su influencia en la vida cultural de Tijuana. Creo que
sería casi imposible hacer una red que nos permitiera conocer de la presencia de Rafa en nuestro quehacer, en el tiempo, en el espacio y en las personas. Lo
que es claro es que fue un pilar. Rafa era público, y estaba claro de su rol.
No lo disimulaba, no tenía falsa modestia. Lo escribía, lo platicaba. Descubría
nuevos elementos y los señalaba, los programaba en sus playlists, anunciaba el
futuro. Criticaba sin pose y sin odio. Sostenía su punto con clase. Tenía
respuestas inteligentes para los aparentes callejones sin salida. Por eso lo
admiramos radicalmente durante años, por eso estábamos al pendiente de lo que
decía, por eso fue una referencia.
¿Life goes on? No. Hay cosas
definitivas, que marcan un antes y un después. La partida de Rafa es un doloroso terremoto que sacudirá nuestra existencia y los procesos creativos en la
ciudad, y no sabemos hasta qué punto. Apenas han pasado unos días. En lo
privado, en lo colectivo, en lo individual, te lloraremos. Pero el corte de
caja vendrá después. Por hoy, adiós Rafa. Que tengas un buen camino. Te vamos a
extrañar. Gracias por todo.