El periodismo cultural en Tijuana se ejerce en condiciones muy
desfavorables. La mayoría de quienes lo realizan lo hacen con una obstinada
perseverancia que pocas veces rinde frutos materiales. En esta ciudad, hay muy
pocos periodistas culturales que perciben honorarios, ya sea como escritores o
como editores, a pesar de la importancia de esta labor en los campos de la
crítica, la memoria y la divulgación. La mayoría lo hacen con apoyos mínimos, o
ninguno.
En Fusión 102.5, estación pública que depende del Instituto Mexicano de la
Radio, hubo ajustes en su programación, que derivó en la reducción de tiempo o
cancelación de proyectos. En estos programas, sobre todo en los de productores
jóvenes, hay una curva de aprendizaje perdido. En lugar de cancelar las
producciones habría que capacitarles en aras de una profesionalización y mejora
de los contenidos, esto como un modo de retribuir la labor de los productores, que
no reciben una paga por su labor.
Jaime Chaidez, editor del programa Cada Jueves y el suplemento Identidad, dos
espacios muy importantes para la
difusión de la actividad cultural de la ciudad, ha sido uno de los productores
afectados pues su revista semanal se ha visto reducida en una hora. Chaidez es
un periodista experimentando que en sus espacios nos mantiene al tanto del
acontecer cultural de la región, atento a las novedades musicales y
editoriales, exposiciones y festivales. Ha sostenido una postura crítica, dando
seguimiento al proceder de instituciones o funcionaros culturales en la región.
Su trabajo es, además, uno de los de mayor continuidad. Por distintas razones,
entre ellas la falta de apoyo, pocos proyectos trascienden en el tiempo. Los
productores se cansan, se agotan, sus proyectos son cancelados o abandonados. ¿Cómo
pagan el mantenimiento de una página de internet?, ¿la gasolina?, ¿la computadora?,
¿la gestión con artistas, escritores y fotógrafos?, ¿la difusión de los
proyectos en pláticas, festivales y eventos culturales?, ¿los honorarios de los
colaboradores, los del productor?
Ojalá que quienes dirigen la estación pudiesen defender de mejor modo las
propuestas radiofónicas ante los cambios en las políticas o en la administración.
La cancelación o reducción de los programas afecta el derecho de las audiencias
a contenidos de calidad, diversos, plurales. Afecta también el proceso de
maduración del periodismo cultural en la ciudad. Son pocos los espacios para
este tipo de radio y uno de los propósitos principales del IMER es favorecer
estas producciones no solo en el corto plazo sino mirando al futuro. No parece
justo que el esfuerzo que estos productores hacen no solo no sea retribuido,
sino que su esfuerzo sea desechado con la cancelación de sus proyectos. Al
contrario, creo que deberían fortalecerse y protegerse en la búsqueda de un crecimiento
en su calidad y en su profesionalización.
Como miembro de la comunidad cultural, me preocupa que los espacios en los
que podemos dar a conocer nuestras actividades sean limitados o cancelados,
pues son estos productores y periodistas quienes dan seguimiento del acontecer
en la ciudad y abren sus micrófonos para acercar nuestras propuestas al público.