Amá de Llaves


Hace un par de semanas se inauguró la exposición Amá de Llaves, de Estefany Maya. Tuve el privilegio de que me invitara a escribir el texto de sala, mismo que aquí les comparto, y que amablemente ha reproducido Jaime Cháidez en Identidad. ¿Qué les puedo decir? Soy fan de Estefany, las palabras son solo un complemento mínimo al relato que presentan las imágenes. La invitación a que visiten la exposición, en el lobby del teatro del CECUT.
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La noche hace (in)visible lo que ocurre en otras esferas de la vida pública... Cuando la noche se traga al día, sólo algunos pueden resistir- lo, salir ilesos y contar lo vivido.
Rafa Saavedra, Confesiones de un adicto a la noche.


¿Qué hace la gente cuando piensa que nadie la ve? Las habitaciones de los hoteles son escenario recurrente de la nota roja: actos violentos o transgresiones a la moralidad y al pudor. Escondites temporales de la ética puritana, detrás de las puertas y las cortinas que ocultan las placas, concurren la impudicia, el deseo, el placer, la ilegalidad y/o la violencia. La liberación de los cuerpos. Guardias, recepcionistas y mucamas son testigos invisibles y cómplices circunstanciales de cuanto sucede.
Durante cuatro años, una trabajadora de un hotel de paso reunió una variada colección de objetos olvidados o abandonados por los clientes. Su hija se ha dado a la tarea de recrear los ambientes en los que estos objetos fueron encontrados. Estas imágenes son el resquicio por el que nos podemos asomar a la intimidad de los cuartos de ese hotel, en los límites de la legalidad o la moralidad, rompiendo el pacto forzado de anonimato y silencio.
La mirada de Estefany Maya es cruda, desprovista de morbo o sensacionalismo. Nos presenta con absoluta naturalidad la belleza intrínseca de objetos que enuncian acciones de los que pocos podrían hablar y sostenerse la mirada. A pesar de tratarse de escenarios en los que seguramente hemos estado una, dos, o mil veces. Por algo hay tantos hoteles de paso en la ciudad.
Estefany trabajó con una cámara Rolleiflex y película Portra de sensibilidad 160, con las que saca provecho a la luz y el color de los escenarios. Otro rasgo distintivo es el manejo de las líneas y la geometría, que sutilmente nos conducen a los objetos protagonistas de la escena.
Si Sophie Calle trabajó como camarera para irrumpir en la privacidad de los huéspedes de un hotel, Estefany recurre a Estela como médium, testigo de los sucesos que dan significado a los objetos recolectados.

Fotografía de Antonio Leyva