Pinchi gordo

La obesidad es un problema colectivo que debería ser tratado como una adicción. Cierto que hay distintos motivos por los que una persona desarrolla problemas con su peso, pero una de las principales causas es una relación malsana con la comida. Debe haber algún sitio donde la gente se pueda reunir y decir: "Mi nombre es tal y soy obeso", para luego explicar como fue que calorías, azúcares, carbohidratos y grasas han invadido su cuerpo. La causa es una gama de actitudes y emociones fuera de control, la negligencia en el cuidado de uno mismo y la ignorancia sobre las formas de combinar los alimentos.  Claro, mucho de ésto depende de hábitos y decisiones individuales. Confrontarlo, asimilarlo y aprender a manejarlo es parte de lo que se tiene que hacer para solucionarlo.
Pero la cosa no para ahí. Si hay sustancias cuya venta y posesión es ilegal, si se imponen normas para la presentación y venta de otras, se tendrían que tomar decisiones enérgicas sobre muchos de los productos que se venden en un supermercado. El consumidor promedio no tiene muchas opciones. Aunque no lo quisiera, terminará comiendo cosas que hacen daño al cuerpo. Alimentos con químicos o azúcares que aumentan su sabor; vegetales transgénicos tratados también con químicos para estimular su crecimiento, retardar su descomposición o eliminar plagas. Ni se diga de la carne, llena de hormonas que terminan en los tejidos del consumidor. Alguién dirá que existen alternativas como los productos orgánicos o el autoconsumo. Por un lado, muchos de estos productos están fuera del presupuesto del consumidor promedio. Por otro lado, son prácticas que tardarán todavía para ser parte de la cultura de este consumidor. El futuro próximo para muchos es el desarrollo de enfermedades cono la diabetes, la insuficiencia renal y problemas cardiovasculares. La consecuencia serán una muerte prematura, precedida de una calidad de vida lamentable.