El año viejo

2014 habría sido un año bueno. Tuvimos mucho trabajo y seguimos creciendo laboral y profesionalmente. Contamos con la confianza de instituciones académicas y proyectos culturales (Facultad de Artes, Ibero y Casa de las Ideas). En el suplemento Identidad encontramos una plataforma editorial digna para nuestra escritura. El proyecto de narrativas urbanas encontró espacio en el Taller Multinacional y en la Facultad de Artes. Tuvimos la oportunidad de desarrollar un corto documental con el colectivo Broken Window y el apoyo de Extensión Cultural. Tallereamos en la Feria del Libro. El libro de Relatos de Frontera tuvo un excelente ciclo de presentaciones y hasta nos llevó a Los Mochis, donde nos la pasamos bomba. Este 2015 mi libro sobre el centro de Tj será publicado con el sello de la UABC. Con Taltecan también veremos la cosecha de lo sembrado por la Chávez, que siempre nos incluye en sus proyectos. No apunto nombres porque son bastantes los encuentros que agradezco este 2014, siempre con Tijuana como pretexto y motivo. Como dice un compa, hay que seguir echándole para que las cosas vayan bien.
2014 fue un año crucial. México necesita ya un cambio de rumbo. 2015 será un año complicado porque las élites políticas, de izquierda a derecha, las de adentro y las de afuera, parecen decididas a no escuchar y encerrarse en sus anacrónicas posiciones. Pero están agotadas. Lo que está sucediendo a nuestro alrededor no es síntoma sino una situación de emergencia. Sin nacionalismos chafas ni retóricas redundantes, necesitamos otro país para nosotros y nuestros hijos. No podemos ser indiferentes ni encerrarnos en nuestras zonas de confort o burbujas de cristal. Necesitamos imaginar un país distinto y accionar en esa dirección. Cambiar y cambiarlo. Exigir, denunciar, señalar y actuar.
2014 fue un año trascendental en el plano personal. Ver crecer a Yahuitl es una bendición. Mariana y yo seguimos creciendo como pareja, acompañándonos, equivocándonos, amándonos. Aprendiendo que la clave es estar y querer estar. Lamentablemente mi abuelita dejó este mundo pero luego me regaló encuentros y reconciliaciones que hicieron crecer mi mundo. Me hizo ver el amor de mis padres y valorar su esfuerzo por hacerme una persona de bien. Me acercó con una parte de mi familia que por mucho tiempo estuvo alejada de mí. La vida no es de lo absoluto, de los blancos y negros, sino de lo relativo, de lo complejo, lo inesperado, de levantarse y caer, de aceptar y aceptarse, de querer(se) y aceptar el cariño de los demás. La vida no es un vuelo perfecto sino un dejarse llevar. Los amigos, ahí, a veces más cerca a veces más lejos (sobre todo cuando entran al doctorado), pero ahí, presentes siempre. Mis padres, mi pareja, mi niño hermoso, mis hermanas, l@s ti@s, l@s prim@s, mis suegros, mis compas. Mi pequeño mundo. Por eso, que es lo que de verdad importa, doy gracias.